martes, 18 de agosto de 2015

Novosibirsk

Mi guía de Lonely Planet decía que uno se podía saltar Novosibirsk del tirón y yo la ignoré porque tiende a decir eso con demasiada frecuencia y sabiendo que a mí me interesan cosas que no vienen en las guías de viaje, le di 2 días y medio de oportunidad. 

Dicho esto: Novosibirsk es una ciudad que llega a los 100 años por poco y como toda buena ciudad construida en el siglo XIX es industrial y gris, que sumado a la revolución soviética que tuvo lugar unos 20 años después de su fundación hace que sea funcional y fea porque donde las ciudades que tienen unos 400 años a lo mejor tienen un kremlin o un par de calles y catedrales antiguas, Novosibirsk tiene asfalto, bloques de granito gris y coches, muchos coches. A mí me resultó agobiante, aburrida y demasiado grande. Tengo pocas fotos que poner de ella porque había poco que fotografiar. 

Afortunadamente, di con unos anfitriones majísimos y que no sé muy bien cómo no se han buscado otra ciudad que les encaje más. A falta de una ciudad que pegue con una colorida pareja de artesanos cultos y alegres, tienen el mejor portal del año 2013 (no es coña, ganó ese premio). 

Hay que haber visto muchos portales rusos para apreciar el galardón.
La entrada al portal tiene decoración de fondo marino con pegatinas de peces y sirenas.
Parece una guardería
Dimos una vuelta por el centro y junto al río porque no hay mucho más que hacer en la ciudad pero al día siguiente fuimos a buscar un museo que mi anfitrión tenía ganas de ver, llamaron para reservar una visita guiada y todo pero cuando llegamos, no era el museo que pensaban. Era mejor

Y es que resulta que muchos intelectuales, artistas, científicos y demás cerebros rusos importantes se mudaron/fueron enviados a Siberia durante la Gran Guerra Patria. Novosibirsk tenía unos 4000 habitantes antes de la guerra y unos 2000 más que llegaron huyendo durante la guerra. Consecuencia de esto es Akademgorodok (ciudadela académica): una ciudad universitaria que tiene tamaño de ciudad y no de barrio en la que está lo mejor de lo mejor. En el caso de Novosibirsk: Física y Arqueología. 

Esta foto es de Google, no mía.

Este era el Museo Etnográfico de Siberia y del Lejano Este. En la zona de Novosibirsk y alrededores (entrando bien en Altái) hay restos humanos desde el paleolítico. Nuestra guía, una mujer que sabe muchísimo de lo suyo, nos fue enseñando y explicando cada sala. Empiezan con restos de flechas y cuchillos, una momia de hurón y algún trozo de joyas que, sin saber de arqueología, no parece gran cosa.




Pero la cosa va en aumento: cerámicas, lanzas, pendientes, colgantes,... de varios pueblos asiáticos y rusos porque como Siberia y Altái están entre Rusia y Asia, hay intercambios desde hace miles de años. 




El momento cumbre de la visita es la Momia de Altái. En una llanura de Altái encontraron dos tumbas, una con un hombre y otra con una mujer, ambos con tatuajes, ropa e instrumentos perfectamente conservados. Debido a la ubicación de las tumbas y a su construcción, el hielo cubrió los cuerpos y los conservó perfectamente hasta la actualidad. El hombre está en exposición y es la foto que más se encuentra por internet. No se podía fotografiar porque, por lo visto, la prensa y la gente que la ha ido fotografiando, ha ido añadiendo historias que no son del todo ciertas y eso a la guía no le gusta. 
La famosa Momia. Este es el hombre. Y la mujer de la derecha fue nuestra guía
Reconstrucción de la momia mujer y su ropa 

Ropa original de la momia mujer
Para terminar, después de una pequeña sala con restos de los tártaros que pasaron por allí, tienen una sala en la que reconstruyen un poco las casas, las vestimentas y los aperos de pueblos de la zona: rusos, mongoles, buriatos, tártaros... Muy interesante y muy completa. 

Restos de guerrero tártaro y su caballo tal y como los encontraron

Buriato-mongoles

Chaqueta hecha de piel de pescado

Rusos. Libros y muebles donados por los Antiguos Creyentes. Destacable porque los Antiguos Creyentes no suelen donar nada y viven bastante aislados. Véase a la izquierda la decoración con esvásticas tradicional rusa.
Nos salió redonda la visita al museo. 

Después de un rato de dudar sobre qué hacer después, fuimos al Mar de Obi a comer, que no es mar ninguno, es un embalse gigantesco en el que no se puede bañar ni hacer camping pero en el que la gente se baña y acampa. Hacía un viento del demonio y no lo disfrutamos bien pero lo pasamos bien. 


No hizo día de gazpacho
Luego, fuimos al Museo del Ferrocarril (o de las Locomotoras, que es una traducción más literal e incluye una palabra más molona). Tiene muchísimas locomotoras, vagones y todo tipo de medios de transporte por ferrocarril e incluso, una exhibición de coches antiguos. Algunos de los vagones y locomotoras se pueden visitar sin guía, para verlos todos hay que ir con guía y para las bodas, se permiten sesiones de fotos en el vagón del Zar (que nosotros vimos desde fuera). También muy interesante y agradable para pasar un rato por la tarde.

Y con esto y dos nuevos amigos, me fui a Krasnoyarsk. 


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