domingo, 30 de octubre de 2011

El descaro ruso

Creo que el ser humano es curioso por naturaleza. Haciendo preguntas y buscando respuestas se han hecho grandes descubrimientos y avances científicos. Por eso no me molesta cuando algún ruso me pregunta de dónde soy, qué hago aquí o en qué idioma hablo. 
Lo que sí me molesta es la falta de criterio y de educación que tienen para preguntar. 

Para preguntar el sistema es "lo quiero saber y lo quiero saber AHORA". Y da igual que tú estés haciendo otra cosa, hablando con otra persona. El otro día en el autobús, me subí y aunque tapada hasta las cejas, mis medias y mi gorro me delatan como extranjera. La Konduktora (que no conduce, cobra los tickets) no me saludó, no me dijo nada, solamente "¿de dónde eres?". Ni siquiera dijo "eres" y no porque en ruso no exista el presente de Ser, si no porque tampoco dijo "tú" que es lo que toca para hacer el presente. Así que sin venir a cuento me insistió varias veces "¿de dónde?, ¿de dónde?" hasta que le dije "España". Y ni gracias ni nada, satisfizo su curiosidad y con las mismas se fue. Ganas me dieron de decirle, "¿qué? ¿si no te lo digo, no monto?".
Konduktora cobrando el ticket
También fui a preguntar dónde está la sala de pilates en el gimnasio de la universidad y mientras la mujer me explicaba, un chico que estaba allí, vio que yo era extranjera y sin esperar a que terminara de hablar esta señora, ni hiciera una pausa ni nada me preguntó varias veces que de dónde era. Lo quiero saber ahora y no me voy a ir sin saberlo. Ni voy a disculparme, ni a pedir permiso. Pasé de él.
Hoy, y por eso me he animado a escribir sobre esto, salía del cine con mi colega español (somos los dos únicos españoles de la ciudad que yo sepa), íbamos comentando la película y sin anestesia, como ellos saben, la chica de delante se dio la vuelta y dijo "¡Español! qué bien..", creo que dijo algo más pero decidimos dejarla con la palabra en la boca y seguir a lo nuestro porque si no, nos vendría con cualquier historia que no tiene nada que ver. Es cruel pero si tú no tienes vergüenza para preguntar, yo no tengo reparo en ignorarte.

A veces lo ves venir, te miran fijamente, se dan con el codo a veces, hasta que deciden venir a preguntar. Los que menos vergüenza tienen te piden una foto. Y eso a mi, como española blanca blanca que soy. Se nota que soy de fuera por la ropa. A los negros los pobres, los tienen machacados a fotos y a "¿te puedo tocar la piel?", "¿te puedo tocar el pelo?". En estos casos, a mi me puede molestar pero lo llevo bien, es curiosidad y a veces vienen, esperan y entonces te preguntan. A veces incluso te preguntan con educación. 
El récord de curiosidad lo tiene una muchacha que, supongo, será de un pueblo. Estaba yo en la cocina con Marina preparando la cena y de repente llegó esta chica. Nos miró sorprendida e ilusionada, como un niño que va al circo la primera vez y preguntó "¿quién de vosotras es Inés?". Levanté la mano con sorpresa y ella se sintió en una nube, "he oído hablar tanto de ti, he venido de visita a ver a una amiga. Venía a lavar esta cuchara". Marina y yo nos miramos esperando algo más. Lavó su cuchara y me inquirió, "a ver, di algo". Con la boca abierta pregunté, "¿en español?". "¡¡No!! ¡¡En ruso!!, ¿Tienes acento?". Yo no sabía qué hacer, claro y sólo dije "¿qué quieres que diga?". La hice feliz, sonrió y se fue dándome las gracias por haberle dicho eso, como si hubiera conocido a un famoso. A Marina y a mi nos dio la risa. 
Más o menos, la cara de satisfacción de esta muchacha al irse de la cocina




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